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Jueves, 03 Julio 2014 15:02

Discriminación, la maestra en colegios de La Paz y El Alto

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Alumnos del Colegio Nacional Bolivar esperan en el ingreso del estableciiento FOTO: http://www.noticias.com.bo/ Alumnos del Colegio Nacional Bolivar esperan en el ingreso del estableciiento FOTO: http://www.noticias.com.bo/

“Los establecimientos educativos son un reflejo de la sociedad”, dice el pedagogo y experto en políticas educativas Víctor Hugo Quintanilla. El bullying es un ejemplo de los problemas que mediante leyes se intenta superar, pero que persisten en las familias bolivianas, considera la psicóloga Elizabeth Machicao

Milen Saavedra / La Paz

"La niña va a desprestigiar al colegio", "Mi papá me dijo: ¡Cómo van a permitir eso!”, “Una mujer rompería la tradición”. Es lo que repitieron algunos alumnos y padres de familia del colegio Bolívar durante la primera semana de junio, cuando la estudiante I.C.C. les movió el piso al solicitar su transferencia al turno de la mañana que, en el establecimiento público, se mantiene como exclusividad de los varones.

Aunque la Dirección Departamental de Educación (DDE) dio ayer (3 de julio) via libre al traspaso solicitado por la estudiante, tales muestras de machismo y discriminación no son excepcionales. Son un ejemplo de que en la familia y en la escuela, encargadas de educar e inculcar valores a las personas en sus primeros años, se mantienen modelos de las antiguas estructuras patriarcales. “De esta forma, el bullying, en este caso disfrazado de discriminación, agranda las cifras de víctimas escolares que muchas veces soportan en silencio los malos tratos”, explica la psicóloga Elizabeth Machicado.

 A fines de mayo pasado, I.C.C. solicitó de forma verbal su traspaso de turno porque necesita trabajar por las tardes, pues “pagan mejor que en los trabajos de la mañana”, asegura ella y explica que está obligada a ayudar a su madre enferma. Su petición fue atendida por la Dirección del establecimiento, a manera de prueba piloto. Sin embargo, a los pocos días, las agresiones verbales y el rechazo se hicieron cada vez más evidentes. Tanto así, que trascendieron las paredes del colegio y su caso fue noticia nacional.

 Este hecho no es aislado. En febrero de 2012, alumnos y padres de familia del colegio Bolívar de Cochabamba tampoco aceptaron la permanencia de diez estudiantes mujeres en ese establecimiento. El argumento fue el mismo: “Evitar la ruptura de la centenaria tradición de ser un colegio exclusivo para varones”, se lee en una nota del diario La Patria. Entonces diez padres de familia fueron procesados por discriminación. Once días después de los problemas, los padres de familia que se oponían al ingreso de las adolescentes firmaron un acuerdo con autoridades de Educación para así dar solución al problema que impedía el inicio de clases.

Lpz ColBolivarcbbaPolicías custodian el ingreso de alumnas al colegio Bolívar FOTO: Periódico Opinión

“En el acta de acuerdo, las autoridades se comprometieron a garantizar la construcción de dos aulas (una será laboratorio), la dotación de dos ítems, mejoramiento en los baños y garantizaron  la permanencia de las 10 señoritas, además de actividades de sensibilización tanto con los estudiantes como con los profesores del colegio, sobre equidad de género”, se lee en otra nota del diario La Razón. “Los padres de familia pidieron la suspensión de los procesos legales en contra de algunos, lo que no fue aceptado por las autoridades”.

 Tampoco hay que olvidar que en 1997, el escándalo fue mayúsculo en el colegio Ayacucho, otro reducto masculino, cuyo decano Alfredo Trigo encabezó la resistencia apoyado por madres y padres de familia, además de alumnos. Las primeras mujeres que persistieron en quedarse debieron soportar silbidos e insultos. Finalmente, el Ayacucho terminó por convertirse en mixto, al grado de que hoy el número de estudiantes varones es similar al de mujeres.

Otro caso, que habla de discriminación por motivos económicos y de estatus, es el que se produjo a mediados de los 90 en el colegio católico Sagrados Corazones de La Paz. Los padres de familia de este establecimiento privado armaron un escándalo cuando la congregación religiosa decidió juntar en el mismo espacio a los estudiantes que antes ocupaban la parte posterior del inmueble y que eran parte de la sección fiscal conocida como Henriette de la Chevalerie. Lo que argumentaron los papás es que ellos pagaban por la educación de sus hijas (por entonces, el colegio era sólo de chicas) y que no podían permitir que se mezclen con alumnas que estudiaban gratuitamente.

En busca de soluciones

La evidente realidad de discriminación y racismo en el país motivó la emisión de normas y leyes. Una de ellas es la Ley 1565 de Reforma Educativa que desde 1994 prohíbe la permanencia de los establecimientos educativos exclusivos para varones o para mujeres, porque “es objetivo y política de la estructura de Organización Curricular incorporar la concepción de la equidad de género en todo el proceso del diseño curricular”, se lee en el artículo 8.

 Algo que está en vigencia desde 1995 y que, sin embargo, se resiste en aplicar la Unidad Educativa Bolívar. “En la época de matriculación estamos abiertos a la inscripción de mujeres, pero antes les explicamos a los padres de familia que la mayoría de los estudiantes son varones; entonces se desaniman y llevan a sus hijas a otros colegios. Por eso seguimos siendo un colegio de varones”, argumenta el director del establecimiento, Domingo Mamani. Agrega que solicitará al Ministerio de Educación coordinar el ingreso y permanencia de un grupo específico de 10 alumnas, pero para el próximo año, tiempo en el que pretende que “los estudiantes y padres de familia acepten la presencia de mujeres en sus aulas”.

 Otra norma es el Decreto Supremo 1302, promulgado en 2012, cuyo objetivo es “establecer mecanismos que coadyuven a la erradicación de la violencia, maltrato y abuso que atente contra la vida e integridad física, psicológica y/o sexual de niñas, niños y adolescentes estudiantes, en el ámbito educativo”.

 Ese decreto fue reforzado a principios de 2014 con la Resolución Ministerial 001/2014, que norma la Gestión Educativa y busca frenar los casos de bullying y discriminación en los establecimientos bolivianos. Esta resolución “prohíbe toda forma de violencia, maltrato y/o abuso en contra de cualquier integrante de la comunidad educativa bajo pena de sanciones legales correspondientes de acuerdo a norma en vigor”. No se especifica cuáles serían tales sanciones.

 Y, desde 2010, se cuenta con una Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación, que busca erradicar el maltrato y consolidar políticas públicas de protección y prevención de delitos, tal como se considera al racismo y a la discriminación. Esta ley contempla la formación de niños y adolescentes para contrarrestar el problema a través de políticas y programas.

 Colegios: el reflejo de la sociedad

“Estos problemas de discriminación no son cosa de niños”, afirma el pedagogo y experto en políticas educativas Víctor Hugo Quintanilla, quien explica que las raíces se echan en la familia. “Hay padres que creen que, por ejemplo, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres, concepto que es reforzado por los maestros”, lo que explica ideas como las que dicen defender en el colegio Bolívar.

Lpz DiscriminaciónEsudiantes bolivianos participan de unas jornadas contra la discriminación FOTO: www.lapatriaenlinea.com

Ese tipo de concepciones no permite comprender por qué es importante y necesario que una estudiante mujer se eduque con un joven de su misma edad o con alguien que no sea de su misma cultura, pues ese tipo de relación, ya sea intergenérica o intercultural, que supone mayores logros educativos, es visto como algo anormal y, por tanto, riesgoso.

 Coincide con Quintanilla la psicóloga y pedagoga Elizabeth Machicao, quien trabaja con temas de bullying y que tiene claro que “lo que pasa en los colegios es un reflejo de lo que se vive en la sociedad” y que “la discriminación es un problema que se debe erradicar desde la raíz”.

 En Bolivia, según datos del Observatorio del Racismo, “en los últimos años se produjeron hechos que denotan un alto componente racista, como los acaecidos el11 de enero de 2007 en Cochabamba, el 24 de mayo de 2008 en Sucre y otros más”. Por su lado, según la Dirección General de Lucha contra el Racismo (DGLCR), entre 2010 y 2013 se registraron 552 denuncias por racismo y/o discriminación. Las causas más frecuentes de agresiones tienen que ver con la apariencia y la identidad cultural de las víctimas, el credo religioso, la edad y la procedencia de un país distinto (xenofobia), pasando por el grado de instrucción, discapacidad física, ideología e identidad sexual.

 Estos actos, indica el Observatorio del Racismo, se basan en imaginarios que contienen ideas naturalizadas sobre la inferioridad por etnia, clase, raza de un grupo o una persona. Es más, las causas de estas actitudes tienen orígenes coloniales, se lee en el artículo Causas y manifestaciones del racismo en Bolivia: a propósito de la Ley Antirracista. El sistema colonial español formó una sociedad caracterizada por la separación de la aristocracia blanca española, de los mestizos, negros e indios. Esa separación continuó durante la república y persiste hasta nuestros días.

 Discriminación, una mirada en profundidad

La discriminación es, según la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación, “la distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en razón de sexo, color, edad, orientación sexual e identidad de género”. Por las características del país, continúa Quintanilla, éste es un problema que afecta al desarrollo intercultural de la sociedad, ya que invisibiliza a indígenas, niños, jóvenes y mujeres y dificulta su acceso a la educación, empleo y propiedad.

 Estas mismas variables se encuentran en el plano educativo, aseguran Machicao y Quintanilla. Por ejemplo, “cuando en un colegio enseñan solamente en castellano y de acuerdo a referentes occidentales, se asume una conducta discriminatoria hacia un estudiante que no tenga esas características”, explica Quintanilla. Otras actitudes discriminatorias se originan en el aspecto económico; “en todos los colegios se discrimina según criterios de dinero y poder, es decir, se valora más a quien tiene mejor celular, cómo se viste, dónde va de vacaciones, etc.”, ejemplifica Machicao.

 Algo que no es nuevo, como muestra el caso del colegio Sagrados Corazones. Y como ayuda a entender Bachi Romero, hoy profesional de 50 años, que recuerda cómo, en sus años de colegial, sus maestros del establecimiento particular donde estudió, en Sucre, intentaban crear distancias entre sus compañeras y otras de colegios fiscales. “A quienes no llevábamos el uniforme completo, el profesor nos llamaba ‘Imillas de fiscal’ y nosotras creíamos que era el peor insulto del mundo”.

 Está igualmente presente el factor social como disparador discriminatorio pues, agrega Quintanilla, “hay colegios en los que estudiantes y familias que representan a una determinada clase social discriminan a los niños que pertenecen a una distinta”. Algo que se mide por el color de la piel, los rasgos físicos y el apellido.  El bullying, que como fenómeno así nombrado parece relativamente nuevo, resulta pues más viejo en Bolivia de lo que se piensa. En todo caso, es la “expresión violenta de la discriminación”, resume Machicao.

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