Gemma Candela / Santa Cruz
En Bolivia, por cada 17 hombres con VIH hay 10 mujeres en similar condición, según el Informe Nacional de Progresos en la respuesta al VIH-Sida 2014, publicado por el Ministerio de Salud. Y, claro está, muchas de ellas deciden ser madres a pesar de las trabas sociales que les ponen, han señalado activistas durante el encuentro latinoamericano ELLA 2015, celebrado en Cochabamba del 7 al 10 de mayo.
Marcela es una de ellas. Un novio fue quien le transmitió el virus hace 15 años y ella sintió que su vida terminaba. Sin embargo, ahora ve que una misma es responsable de la discriminación si se deja llevar por ella. “ A mí no me interesa la actitud de los otros. El virus está aquí y ya, ¿para qué te vas a ‘sidatizar’ la vida, torturarte? Hay que poner de nuestra parte para vivir”. Mucho más cuando tener VIH no es sinónimo de muerte, afirma, y en ello la ratifican otras mujeres que lo han adquirido de diversas formas, algunas de ellas en su propio hogar o de sus madres a la hora de nacer.
Mientras Marcela habla, su mirada está atenta a los movimientos de una niñita de tres años, aproximadamente, que revolotea por el lugar vestida con un abrigo rojo. La pequeña es su hija y no tiene VIH. Y esto es posible hoy en día, afirma su madre, cuya responsabilidad, dice, es ser feliz, vivir, cuidarse mucho, como cualquier otra mujer que desea ver crecer a sus hijos. ¿Qué puede llegar a morir pronto? “Sí, como cualquier persona”.
“Así como hay mujeres que deciden no ser madres, yo sí quería”, cuenta a su vez Yolanda, paceña que exhibe su embarazo de seis meses. Lo único que podía truncar su plan era la sociedad y su diagnóstico seropositivo. Como sabe bien, “los médicos nos satanizan por el tema de la sexualidad. Te recomiendan, pero en verdad te obligan a no tener relaciones si vives con VIH”. En este punto, Marcela es muy gráfica: “Volvemos a los tiempos de la adolescencia, cuando tus padres te decían que el sexo es malo, que el hecho de que te toquen es malo”. Cierto, retruca Yolanda: “A mí me han preguntado: ‘¿Por qué no te has cuidado?’ Y les he respondido que el hijo que espero lo he planificado”.
Según el citado informe del Ministerio de Salud, el 9% de las infecciones infantiles por el VIH se transmiten durante el parto. Sin embargo, a según Onusida, las probabilidades quedan por debajo del 5% si la madre recibe el tratamiento adecuado con antirretrovirales. Además, un reciente estudio demuestra que el VIH no se transmite a través de la lactancia. La convicción de Yolanda es su mejor sostén: su bebé, cuyo sexo aún desconoce, nacerá y será sano .
Ser madre es una opción, pues. Aun si las probabilidades van en contra. Pero, que no se confundan, dicen otras de las activistas que viven con VIH: no todas las que viven con el virus quieren ser madres. Lo que reivindican es su derecho a una vida sexual plena. Y lo dice Yolanda, la embarazada: “Es importante que cada mujer no olvide su identidad poniendo las necesidades de los demás por delante de las de una misma”. Ella, que tiene otro hijo nacido antes de que ella adquiriese el virus, afirma: “Priorizamos el ser mamás, a la pareja, el trabajo…y nos olvidamos de nosotras mismas; es el error; yo, como mamá con VIH que espera un hijo, lo tengo asumido: no soy sólo mamá”.