Marcia pudo ser sólo la prima mayor de tres niñas que fueron quedando huérfanas; pero eligió ser una madre para ellas. “Le debemos lo que somos”, dicen estas hijas que recibieron dinero, pero sobre todo mucho amor de ella.
Mariana tiene 30 años. Hace tres decidió interrumpir su embarazo, consciente de que su objetivo en la vida no incluye ser madre. El sufrimiento que ha vivido tiene que ver con lo ilegal de su acción y una condena social que casi la mata.
“Ser madre no significa tener una relación de lazo de sangre; es estar unida de una manera incondicional a alguien, con todo el corazón”, es la frase que encontró Gloria en un libro y la cita para definir la adopción. Cuando niña, ella también fue adoptada, así que es su forma de ratificar que para ser familia, para ser madre, hay muchos caminos que escapan de lo convencional.


