Martes, 13 Octubre 2015 19:39

Una persona trans no puede "ni alquilar vivienda" en Bolivia

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Entrega Anteproyecto de ley de Acuerdo de Vida en Familia. Laura Libertad aparece a la derecha. Entrega Anteproyecto de ley de Acuerdo de Vida en Familia. Laura Libertad aparece a la derecha. Mabel Franco

Laura Libertad Álvarez Mollinedo es la primera mujer trans que preside el colectivo LGTB del país. Varios son los frentes de lucha, uno de ellos el Acuerdo de Vida en Familia, anteproyecto recientemente presentado a los legisladores; aunque, afirma la lideresa, la gente como ella difícilmente llega a formar pareja, además de que enfrenta situaciones tan difíciles, en la ciudad y en el área rural, que el 90% vive del trabajo sexual. Es el precio de la libertad de ser quien eres, no lo que dice "tu cédula de identidad".

Mabel Franco / La Paz

El 90% de las personas transexuales se dedica al trabajo sexual, afirma Laura Libertad Álvarez Mollinedo, presidenta del Colectivo TLGB de Bolivia y miembro de la Organización de Travestis, Transgéneros y Transexuales Femeninas de Bolivia (Otraf). Así sucede, en general, por lo difícil que resulta para estos ciudadanos conseguir empleo, aun si tienen un título universitario, pues una vez que deciden transformar su cuerpo en lo contrario de lo que se supone que son, las puertas se cierran una tras otra. Es el precio de la identidad, dice Laura Libertad.

Esta mujer tiene un documento de identidad que dice que es un varón. Lo mismo señalan los archivos de la universidad en la que se formó en ingeniería agrónoma. Pero ella sabe lo que es; se ha esculpido un cuerpo para afirmarlo y un amplio escote lo expone. “Es una herramienta que nos permite visibilizarnos”, dice de esa transformación que asume lo que estereotipadamente se dice que debe ser una mujer. “Sabemos que es un estereotipo, pero lo usamos para luchar”.

El proceso de afirmación de su identidad fue largo. Como profesional, trabajó en el Ministerio de Hidrocarburos. Allí comenzó a mostrarse como la que quería ser: primeramente, una apariencia andrógina que despistó a sus compañeros de oficina. Al final habló con su jefe: “Creo que soy mujer”, y se decidió a lucir más femenina. Los cuchicheos cesaron.

Luego, consiguió un contrato como consultora en el área rural. No le fue mal en Achocalla; pero cuando se abrió la posibilidad de dirigirse a Chimoré, la dirigencia masista, “yo era del MAS, ya no”, le propuso ayudarla con el aval dirigencial que se requería pero por el 70 por ciento de su salario, dice. No aceptó.

Abrazó el activismo del colectivo TLGB, cuya presidencia ocupa por segundo año. Es la primera mujer trans que lo encabeza.

El precio de la libertad

La experiencia de Laura Libertad le permite hacer varias afirmaciones: la vida de una persona trans es muy difícil, comenzando en la familia porque, “cuando te descubres, o te echan de la casa o te convierten en la empleada: no puedes salir para no avergonzarla, debes lavar la ropa, cocinar...”. Si "decides marcharte, pronto descubrirás que no puedes conseguir ni una vivienda. Por eso creamos, en 2007, la casa hogar de Otrof, donde vivo con otras compañeras, pues no tenemos derecho a alquilar ni tomar un anticrético. Cuando el dueño de casa revisa nuestros documentos nos dice no eres tú o no quiero saber nada de travestis aquí; o simplemente nos sale con que ya di el departamento a otra persona.

La opción suele ser vivir en alojamientos y pagar por día, o apelar a algún amigo o amiga de confianza para que sea quien haga el contrato.

En el área rural la situación no es muy distinta. "Es cierto que te pones una pollera y basta, además de que podrás vivir en el comunidad pues hasta te consideran de buena suerte; pero no podrás heredar la tierr ni ser parte de un sindicato, menos aspirar al liderazgo; o sea, no eres nadie". La opción suele ser migrar a la ciudad, donde las dificultades se multiplican".

Laura Libertad estuvo en primera línea durante la entrega del anteproyecto de ley para el Acuerdo de Vida en Familia (AVF) ante la Asamblea Legislativa Plurinacional. Ella admite que para las personas trans, hombres y mujeres, es difícil tener pareja; pero la aspiración está allí, así como la exigencia de arrancarle al Estado, a la sociedad boliviana, las garantías para que esa unión esté amparada.

Hay otras luchas en paralelo, como por la Ley de Identidad de Género para que el cambio de nombre sea un proceso administrativo y no todo un proceso judicial con análisis psiquiátrico, un diagnóstico mental, de por medio.

 

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