Jueves, 22 Junio 2017 12:16

Invisibilidad, enclaustramiento, intrascendencia y subordinación; la población LGBT en tres medios impresos de Bolivia

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Un análisis cuantitativo de la edición impresa de La Razón, Página Siete y El Deber, entre septiembre de 2015 y septiembre de 2016, da pautas sobre lo relegada que todavìa permanece la poblaciòn como protagonista de noticias que reflejen las distintas facetas de ser gay, lesbiana, trans, etc. La lucha por reivindicar derechos es la única forma en que muy eventualmente aparecen en las pàginas; su aporte en las distintas àreas de la vida en sociedad no aparece sino como anécdota y casi siempre subordinada a la reacción de sectores conservadores como las iglesias.

La Pública / La Paz

La población LGBT está ausente de la vida cotidiana, productiva y creativa de la sociedad boliviana, a juzgar por la cobertura que tres diarios de alcance nacional –La Razón, Página Siete y El Deber-- brindan en su edición impresa a esta población en Bolivia.

Su presencia como población que vive y aporta en una sociedad como es la boliviana resulta informativamente excepcional; una excepción que, además, toma forma de noticia curiosa, cuando no de coyuntura polémica.

Un periódico divide el abordaje de los hechos informativos en secciones y en suplementos. Esa división ayuda a organizar los acontecimientos de la realidad y a presentarlos según un orden que responde a un enfoque, a un punto de vista, a un acento que los editores del medio deciden para el abordaje. Así, con ligeras diferencias entre un diario y otro, los apartados de presentación de noticias tienen que ver con lo económico, lo social, lo político, lo cultural, lo deportivo, y asimismo, según el ámbito geográfico en el que se produce el hecho, con lo local, lo nacional y lo internacional.

Esas divisiones son, por supuesto, artificiales. Ayudan a organizar y manejar el cúmulo de información generada a diario; pero no son absolutas y no reflejan la complejidad de la vida en sociedad. En lo ideal, dichas secciones deberían ser flexibles y dependientes de la mirada propositiva de los periodistas, de su labor investigativa, de su capacidad para reintegrar a la complejidad de la vida aquello que se recorta y aísla.

Ocurre que esa labor integradora es la que se extraña a la hora de analizar el tratamiento de los temas relacionados con la población LGBT. De allí que, con centímetros columna traducidos en porcentajes de un año de análisis, se puede atribuir cuatro características a la forma de reflejar la realidad de esa población en tres de los periódicos más importantes del país: Invisibilidad, enclaustramiento, intrascendencia y subordinación.

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Invisibilidad

De 1.400 notas que en promedio publican al mes cada uno de los diarios analizados, apenas el 0,3% corresponde a hechos relacionados con la población LGBT, según el recuento efectuado en los nueve meses analizados para el presente trabajo (diciembre de 2015-mayo de 2016 y septiembre de 2016). A ese porcentaje contribuye en mucho la mirada internacional: hechos producidos en otros países, a veces abordados como parte de las noticias curiosas.

A nivel de titulares en tapa, es decir notas que por su importancia son destacadas en la página de presentación de un diario, en los nueve meses hay apenas siete casos de un promedio de 1.600; es decir, 0.4%. En los nueve casos, títulos secundarios, nunca de apertura de un diario.

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Enclaustramiento

La visibilidad como sinónimo de ausencia tiene aun otra dimensión cuando se trata de encontrar noticias de la población LGBT que reflejen diversidad. Ocurre que las veces que aparece en las páginas de un diario, invariablemente tal presencia se circunscribe a una área: Sociedad, es decir aquella que refleja temas de grupos etarios y de género, o de derechos humanos en conflicto. Lo que, en principio, resulta normal. ¿Dónde corresponde que se publique una nota sobre la ley de identidad de género? ¿dónde más podría ir una noticia sobre adopciones de niños por parte de parejas del mismo género? La respuesta parece obvia: Sociedad.

El problema tiene que ver con la imposibilidad que parece atribuirle la prensa a un homosexual o una lesbiana de protagonizar hechos distintos de su propia lucha, como cualquier otro ciudadano del país. Por ejemplo, es inútil buscarlos en las secciones de deporte, de las artes, de la economía o de la política. La excepción suele ser el área de policiales, poco deseable por la forma en que se suele tratar la problemática, más bien sensacionalista antes que de análisis de las causas de, por ejemplo, un crimen de odio. O la de “noticias curiosas”, es decir anécdotas más que hechos de importancia, sección donde no pocas noticias de la población son remitidas.

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La mirada integral de cuanto va generando la población LGBT demanda de voluntad y de creatividad en un equipo de prensa. Que tal cualidad no se explota se puede ver ya no solamente en las secciones, sino también en los suplementos, esos productos especiales que son como las estrellas de un diario por el tiempo que se toma el equipo en preparar las notas, por la profundidad de su tratamiento y por la extensión que se mide ya no sólo en centímetros columna, sino en páginas. La temática LGBT no aparece casi nunca en estos espacios privilegiados de información: los suplementos de deportes, culturales, entretenimiento, tecnología, finanzas y política parecen blindados en ese sentido.

Intrascendencia

Es difícil encontrar en las páginas de análisis --Editorial y Opinión--, pronunciamientos del diario o de los columnistas sobre hechos que tienen repercusión en la vida de la población GLBT o, por acciones de ésta, en la vida de la sociedad en general.

Que un medio tome posición sobre un tema –es decir, que lo analice-- revela el valor que le asigna y la trascendencia que le reconoce. Un editorial es la toma de posición de un diario y, a diferencia de la información, no se limita a brindar datos, sino que interpreta los alcances del hecho, argumenta, orienta y plantea escenarios posibles. Tal como pasa con los columnistas, es decir líderes de opinión cuyo bagaje de experiencia y conocimientos les otorga una voz privilegiada: media página y hasta una entera para analizar los hechos. Por todo ello, que exista silencio respecto de la población LGBT es revelador de la importancia que se le reconoce en los medios impresos y, por ende, en la sociedad.

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Subordinación

Si bien el análisis realizado ha sido esencialmente cuantitativo, una consideración cualitativa, practicada en la estructura de los titulares, arroja datos que refuerzan lo dicho ya sobre el aislamiento y la intrascendencia.

El análisis centrado en el sujeto de la oración y la forma del verbo revela que no es la población LGBT quien protagoniza la acción dentro del titular que involucra a la misma: un legislador, las iglesias, el gobierno, una ONG… cualquiera aparece en primer plano. Por ejemplo: “Masiva presencia de espectadores en la marcha de las diversidades sexuales”; es decir, pesan más los espectadores que los protagonistas. O “Promulgan la ley que reconoce derechos del colectivo TLGB”; es decir, pesa más un sujeto implícito (legisladores) que la población protagonista de la ley.

Ademàs, con el argumento de la parte y la contraparte, la lucha por la reivindicación de derechos, como la identidad de género o el acuerdo de vida en familia, no pocas veces en los diarios deja de lado el anàlisis en profundidad del derecho en cuestión para ocupar el espacio con la mirada de sectores conservadores, como las iglesias.

Ninguna confabulación

En una redacción de prensa, un periodista tiene que “vender” su tema para convencer al equipo de editores y al director del diario sobre la trascendencia del hecho que ha cubierto. Una noticia sin antecedentes, sin profundidad y sin proyección, quedará registrada en la página de una edición y nada más. Por supuesto que si una información que se etiqueta como “Curiosidades” será una anécdota no digna de ser analizada por el director de un diario. Y esto es lo que se vislumbra en las páginas de los tres diarios.

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Ahora bien. La responsabilidad es del diario, por supuesto, en la medida que de su equipo depende quedarse en la superficie de los hechos sobre los que informa. ¿Alguno de los periodistas estará ahora mismo investigando acerca de si efectivamente ha habido un cambio positivo de vida con el carnet de identidad que permite la Ley de Identidad de Género? Pero, también es responsabilidad de los protagonistas de los hechos, la población LGBT, que en general parece conformarse con quedar en un plano secundario. Se activan en torno de hechos como el Desfile de las Diversidades Sexuales, la elección de misses, se articulan alrededor de una ley por la que han estado luchando, pero guardan silencio sobre su aporte en las variadas facetas de la sociedad boliviana. Es probable que esto tenga que ver con el proceso delicado y todavía difícil, para muchos y muchas, de hacerse visibles como gays, lesbianas, transexuales, transgénero, bisexuales y otros; pero ahí está el vacío, la limitación para que esa sociedad comprenda, primero, qué hay detrás del rótulo LGBT o LGBTI y, segundo, que como personas, como bolivianos, están viviendo cotidianamente dentro de una población mayor y seguramente aportando desde los más diversos campos.

La excepción

En los nueve meses analizados, la excepción que confirma la regla respecto de la calidad de la información (explicación en profundidad, infografías, entrevistas) y de la cantidad de repercusiones y análisis (editoriales, opiniones), así como de variedad de enfoques (consideraciones en suplementos y áreas múltiples) arroja elementos dignos de ser considerados para revertir la invisibilidad a la que, por lo demás, parece condenada la población LGBT. Se trata de la aprobación de la Ley de Identidad de Género (26743) producida en mayo de 2016 y que ya, como anuncio, aparece en la portada de La Razón en noviembre de 2015, con seguimiento hasta incluso agosto de 2016.

La ley no ha estado exenta de polémica. La ya mencionada reacción de grupos conservadores, como las iglesias, ha sido cubierta por los diarios, los que incluso han avivado el tema organizando debates sobre este eje: la religión; pero ha primado la capacidad de los involucrados para explicar los alcances, así como ha motivado a los medios a profundizar en la ley, a explicarla usando recursos gráficos, y a pronunciarse editorialmente; asimismo, varios analistas de temas culturales, de derechos humanos y de política han aportado al análisis desde sus columnas, abriendo posibilidades de un abordaje mucho más integral sobre la presencia de una población cuya heterogeneidad todavía no se comprende.

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La mayor cantidad de notas referidas al tema que nos interesa en un mes ha sido de 11. Y corresponde a mayo de 2016. Junio es otro periodo alto, con repercusiones y análisis de la ley.

Una ley que reconoce derechos a una parte de la población LGBT explica de por sí tal despliegue. Pero hay otros temas, no solo nacionales, que bien podrían servir para ampliar la mirada periodística y que se dejan de lado por una corresponsabilidad de los medios y de la población LBGT.

Así como la ley de Identidad de Género, que en principio fue asociada por los medios con el reconocimiento de derechos para toda la comunidad LGBT, y que luego ha aterrizado en una parte de la misma –transexuales y transgénero-- para abundar en ella, para identificarla con claridad, noticias sobre el Día de las Diversidades Sexuales, los crímenes de odio o la aprobación en otros países de adopción de niños por parejas del mismo sexo, bien podrían ser el pie para explicar qué existe detrás de ese rótulo que por lo genérico se vuelve ambiguo: LGBT o TLGB. Un rótulo que en varios casos se convierte en sinónimo de gay, con lo que se esconde o se diluye la riqueza de seres humanos aludidos.

Que tal mirada constructiva es posible, en sentidos distintos de la sola reivindicación de derechos propios, existe, aunque no en el periodo analizado. Valga citar como ejemplo reportajes acerca del aporte de la población trans en la construcción de imaginarios y personajes de la fiesta popular: Gran Poder y el Carnaval de Oruro, que en el último tiempo aparecen con mayor frecuencia en las secciones de Cultura de esos diarios.

Que la población LGBT tiene que estar atenta para aclarar, ampliar, e incluso aprovechar las coyunturas en su favor, en el sentido de despejar dudas, enfrentar estereotipos y combatir la tergiversación, lo muestran ejemplos que ellos detectan, pero a más de indignarse no parece haber toma de postura para aprovechar la oportunidad y tomar la palabra.

PUEDES REVISAR TODAS LAS INFOGRAFÍAS RELATIVAS AL ANÁLISIS EN ESTE ENLACE: Informe cualitativo reflejado en infografías

 

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