La madre boliviana tiene un himno compuesto por dos ciudadanos chuquisaqueños nacidos en el siglo XIX: el letrista Roberto Bustamante y el compositor Filomeno Rivero. A ambos se debe ese “abnegada soporta las cruces / que por buena le carga el dolor…”.
Esos versos son hoy, siglo XXI bien entradito --tiempo de reivindicaciones, de cambios--, muy criticados y criticables. No son pocos, más bien no son pocas, quienes sugieren analizar el sentido de lo que se canta para adecuarlo a los tiempos que corren, a los derechos que deben ser reconocidos no sólo a las madres, sino a las mujeres. Y todo en eras de una maternidad opcional, libre y liberadora.
Por todas estas razones, y para tener los argumentos que proponer por si a alguien se le ocurre componer un nuevo himno, La Pública aborda el tema de la maternidad. Algunas posibilidades que la realidad ofrece para pensar en madres dejan una idea en claro: no hay forma de definirlas, es decir delimitarlas, pues madre no hay sólo una.
Otra cosa clara es que se podrá criticar el himno, se querrá cambiarlo, pero paralelamente hace falta cambiar la realidad, pues hoy en día, para demasiadas mujeres el ser madres es todavía un sacrificio, es un dolor, es una cruz.
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