Miércoles, 28 Mayo 2014 20:52

Un veleidoso botín enfrenta a dos mercados

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Una "casera" firma el libro con el que los vendedores del mercado Kollasuyo intentan reunir apoyo para que los comerciantes callejeros ingresen en el edificio de Villa Copacabana Una "casera" firma el libro con el que los vendedores del mercado Kollasuyo intentan reunir apoyo para que los comerciantes callejeros ingresen en el edificio de Villa Copacabana Foto: Mabel Franco

Entrar o no entrar, tal el dilema de los comerciantes de la Asociación 31 de Octubre, presionados por sus iguales de la Kollasuyo y la Alcaldía de La Paz para dejar la calle. Unos y otros no quieren perder compradores, mientras éstos se pasean de un bando a otro.

 

Mabel Franco / La Paz

Cómo se sentirían los guerreros si la causa de sus diferencias coquetease con unos y otros, como si nada pasara. Pues deben saberlo los comerciantes de los mercados 31 de Octubre, en Villa San Antonio, y Kollasuyo, en Villa Copacabana, enfrentados por la posibilidad de mantener a los compradores cautivos. No de otra cosa se trata que unos quieran quedarse en la calle y los otros insistan en meter a todos en el edificio dispuesto para las ventas.

Los clientes, entre tanto las autoridades ediles intentan desalojar la avenida, los vendedores pelean, lloran, marchan, bloquean calles y entran en huelga de hambre, parecen dar la razón a uno y otro bando con su actitud despreocupada, pues lo mismo compran en la calle que entran al mercado, donde desde este fin de semana firman un libro para exigir que no haya venta callejera. ¿Quién los entiende?

Ellos vs. Ellos mismos

lpz mercado3Puestos disponibles en el tercer nivel del mercado Kollasuyo.          Foto: Mabel Franco.

Miedo, rabia, tristeza. Los sentimientos negativos se apoderan de Zulma Aruquipa, joven universitaria que desde niña ayuda a su madre a vender fruta. En octubre del año pasado y esta semana, ella y otros comerciantes de la Asociación 31 de Octubre han resistido , pelea de por medio, el desalojo de la avenida del mismo nombre, en Villa San Antonio (ladera este de La Paz), que se ha convertido en un mercado desde hace unas dos décadas.

“No vamos a entrar”, es su decisión. Se refiere a la obligación que pesa sobre los comerciantes de ingresar al mercado Kollasuyo, que está en la cuadra siguiente, justo donde comienza Villa Copacabana.

La infraestructura de cuatro plantas del Kollasuyo es nueva; fue entregada en julio de 2013 luego de cinco años de lento avance de obras, y dispone, entre otras comodidades, de rampas para la movilidad de personas con capacidades diferentes. Ha sido erigida por la Alcaldía de La Paz en el terreno donde desde hace medio siglo había un modesto mercado que, poco a poco, se fue vaciando, dando paso al asentamiento de los comerciantes en varias de las calles aledañas.

Los dirigentes de esos comerciantes cerraron filas entonces y nadie nuevo podía ingresar, salvo pago de mil y más dólares por un espacio. Así lo denuncia ahora Tatiana Cejas, madre de cuatro niños que, dice, intentó ser aceptada, pues necesitaba generar ingresos para mantener a su familia. “Se portaron con maldad, ahuyentaron a muchos como yo, obligaron a asentamientos nuevos en las calles de la otra villa, San Antonio, y ahora quieren obligarlos a entrar; son unos desvergonzados”.

El malestar de los vecinos, invadidos por puestos de venta, y la incomodidad de los comerciantes, parecía que iba a terminar con la inauguración del nuevo mercado. Pero hay disidentes que insisten en que son de otro grupo, que están en otro barrio, que les construyan un mercado propio si quieren que dejen aceras y calzada; algo que cada fin de semana obliga al cierre de una vía en uno de los puntos neurálgicos de la ladera este: el cruce de villas.

“Han dicho que van a quemar nuestros puestos”, dice Aruquipa, mientras señala con la cabeza allí donde está “el enemigo”. Por eso, alguien de su familia, madre y alguno de los siete hijos, vecinos todos de El Alto, vela día y noche al pie del puesto.

En el otro lado, el del mercado, se escucha decir: “Los del frente han amenazado con incendiar nuestro edificio”. Así que se monta guardia, por si acaso.

Hasta ahora, no ha habido cruces de frontera. En octubre de 2014, unos y otros se habían armado de palos, dispuestos a usarlos en caso de ataque. Pero hubo tregua, los “caseros”, que se quejan por la basura en las calles, volvieron a comprar en la calle y en el mercado; todo parecía superado, hasta ahora. Los guardias ediles se presentaron e intentaron cargar con los puestos; la respuesta fue violenta y ha derivado en bloqueos de vía, marchas ante la Alcaldía de La Paz y un estado de pie de guerra.

Tan cerca, tan lejos

lpz mercado2Uno de los puestos disponibles y que espera a algún vendedor de la Asociación 31 de Octub.re, que se asienta en Villa San Antonio. Foto: Mabel Franco

Los rumores crecen como si cientos de kilómetros y no los 100 metros, máximo, separaran a los comerciantes. “Quieren que entremos, pero no hay espacio”, “Nos quieren cobrar entre cuatro y cinco mil dólares por puesto”, “Nos quieren botar a un rincón”; denuncian de un lado. “Dicen que son 140; pero no eran sino 30 los que quedaban en la calle”; “Han traído gente nueva de El Alto”, “Puro capricho es”, se oye en el otro.

“No he pagado nada”, se sorprende Alicia Cordero de Chávez, verdulera que era parte del grupo 31 de Octubre y que, apenas supo que el Kollasuyo podía albergarla, aceptó ingresar y ahora tiene un puesto en el segundo piso. “Nos pidieron la patente, una fotocopia del carnet y nada de dinero; pagamos el consumo de energía eléctrica y es todo, pues hasta la instalación de este servicio lo ha hecho la Alcaldía”, explica la comerciante.

Pero, ¿por qué se exige el ingreso de gente que no quiere ni oír de esa posibilidad?

“Nos quita ventas que haya gente en la calle”, argumenta Cordero de Chávez. El fin de semana, no tanto; pero a diario, los compradores prefieren llevar lo que está al paso y no entrar al mercado; he botado tomates podridos como nunca antes”.

La maestra mayor del mercado Kollasuyo, Angélica Huanca, recuerda que el compromiso de las autoridades ediles, para que todos los comerciantes del sector ocupen el edificio y dejen las calles, fue que nadie haga competencia desleal. Si no se cumple, amenazan con abandonar ellos también el edificio. Y los vecinos del lugar parecen dispuestos a impedirlo, según se deduce de los carteles que han pegado en los muros para rechazar la posibilidad.

Y ¿por qué no entrar?

“No hay lugar para todos”, insiste Aruquipa, mientras vende mandarinas a una cliente que la busca, pues es su “casera” hace tiempo. En frente de este puesto y al lado, hay otros que suman algo más de 20. “Pero somos 140; es que el resto viene sólo sábado y domingo”.

La política se ha metido entre los comerciantes. El concejal opositor Omar Rocha, que no ha desaprovechado oportunidad para expresar su desacuerdo con la gestión del alcalde Luis Revilla, ha salido en defensa del grupo callejero. Los vendedores del Kollasuyo han logrado el respaldo de los dirigentes de la Federación de Mercados de La Paz, que abogan por el “reordenamiento gremial” y se dicen dispuestos a torcer el brazo a los rebeldes.

En el penúltimo nivel hay unos 17 puestos disponibles y otros que tienen pocos objetos bajo mantas y telas. “Estos están ocupados por comerciantes que no tienen patente; pero ellos saben que van a tener que pasar a los pasillos cuando entren los comerciantes”. Si es así, una treintena de espacios podrían recibir a los vendedores de la 31 de Octubre.

La dirigencia del Kollasuyo abrió un libro para recoger firmas. El sábado y el domingo recientes, los compradores estamparon su nombre como prueba de que quieren orden en las calles. Pero la realidad es que en la vía, pese a que está bloqueada, la gente compraba ayer, aunque alguna que otra persona recomendaba: “Entren nomás, para qué van a pelear”.

lpz mercado1Letrero colocado en la planta baja del mercado Kollasuyo, de Villa Copacabana. Foto: Mabel Franco

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